Miguel Luengo, CEO de DFC España apoya las estancias formativas de LABinE.
Miguel Luengo es presidente de Design for Change España. Un “Despertador de Sueños” a quien le encanta el trabajo con las personas, sea cual sea su edad. Vinculado a Design for Change (DFC) desde 2011, actualmente es el facilitador principal de la metodología DFC. Ingeniero Industrial por la ETSII Madrid, trabajó durante 13 años como consultor en una compañía internacional, hasta que encontró su verdadera pasión: formar en habilidades y gestión del cambio, liderazgo, equipo, motivación...
Es curioso escribir sobre una iniciativa donde los viajes son el eje fundamental, en esta situación en la que hemos tenido que quedarnos en casa. Y, sin embargo, iniciativas como esta van más allá de momentos puntuales, porque al ser experiencias de vida, se quedan en el corazón de los que tienen la oportunidad de vivirlas para siempre (y mira que me gusta poco usar esta palabra por su carácter absoluto y limitante, pero en este caso es la mejor que puedo elegir).
Tuve la suerte de conocer a Juanjo Vergara hace ya unos cuantos años. De él, destacaría su curiosidad y predisposición para hacer cosas diferentes, poniendo al alumnado en el centro; cualidades que se manifiestan en los proyectos en los que se embarca. Por esta razón, apoyamos firmemente la Estancia Formativa en India, y fue un placer poner en contacto a Juanjo y Rocío con Nandini Sood, CEO de DFC India, para tratar de enriquecer un poquito la interesante visita que ya tenían planteada al país.
La conexión entre LABinE y DFC.
Tener claro que el aprendizaje no se puede quedar entre las cuatro paredes del aula parece evidente a estas alturas. No obstante, por desgracia, en la realidad cotidiana no es una tendencia tan extendida. Esta necesidad de transmisión del conocimiento potencia la conexión entre LABinE y DFC. Para explicarla, utilizaré la metodología DFC de cinco fases: Siente, Imagina, Actúa, Evolúa y Comparte.
En la primera etapa de la metodología DFC, denominada Fase Siente, se propone a quienes participan salir al mundo para identificar los temas relevantes de su entorno, es decir, observar y tomar consciencia de aquello que les preocupa o indigna. Así, el alumnado trabaja la empatía y el pensamiento crítico. En este momento, si existe la posibilidad de añadir un enfoque internacional (siempre que la edad del alumnado lo permita), nos percatamos de que una realidad, que en principio podría percibirse como “desconectada de su mundo”, se convierte en un vehículo para enriquecer su experiencia, al ampliar las problemáticas a observar y analizar, siendo mucho más diversas. En este punto, encontramos la siguiente conexión entre LABinE y DFC: la riqueza que supone poder “exponer” a los niños, niñas y jóvenes a un entorno internacional, en el que el enriquecimiento cultural es clave.
Una vez trabajada la Fase Siente, llega la siguiente etapa: la Fase Imagina, para aportar soluciones a los problemas observados. Quienes conocemos la realidad de la Educación de España, sabemos que no es fácil salvar las barreras que surgen al plantear experiencias como las que propone LABinE. Sin embargo, con “pasión y compasión” (como dice la fundadora de DFC, Kiran Bir Sethi) todo es posible. De esta manera, nacen “conexiones imprevistas” que permiten diseñar proyectos y preparar las condiciones necesarias para que la experiencia sea positiva.
A continuación, entramos de lleno en la Fase Actúa, para hacer realidad la experiencia diseñada. Llevar al alumnado sobre el terreno y darles la posibilidad de vivir en primera persona aquello sobre lo que se ha estado trabajando previamente, es un punto fundamental que permite que el aprendizaje sea experiencial, y que la vivencia compartida genere unos vínculos que favorezcan las condiciones para que lo aprendido permanezca… de por vida.
Eso si, nuestra trayectoria en DFC nos demuestra que, por muy intensa que sea una experiencia, si no se ofrece un tiempo para reflexionar sobre lo vivido, el grado de aprovechamiento es escaso. De hecho, no solo hay que centrarse en la “evaluación” de lo que se ha realizado; sino ir un paso más allá, pensando en la posible “evolución”. ¿Si volviese a repetir la experiencia…? Así surge ese término que da nombre a la cuarta fase de la metodología DFC, la Fase Evolúa (has leído bien, sí), que invita a pararse para reflexionar la experiencia (aunque, realmente, es una máxima que se mantiene durante todo el proceso). Sabemos que Juanjo Vergara y su equipo tienen muy clara esta fase y le sacan partido.
Por último, ¿qué sería de una experiencia si solo se quedase en el corazón de quienes la han vivido? Resultaría enriquecedor para esas personas y… una oportunidad de progreso perdida para el mundo, puesto que la propia capacidad de inspiración es digna de valorar. Contar la experiencia emprendida, no solo el resultado sino todo el proceso, es fundamental. Y esta es precisamente la quinta fase de la metodología DFC: Comparte. Esta fase puede realizarse a través de cualquier canal que permita la difusión del mensaje. Incluso, en ocasiones, ese compartir se ha hecho en forma de documental profesional, por supuesto llevado a cabo por estudiantes, acompañados por sus profesores.
Espero que esta pequeña reflexión sirva para poner de manifiesto la tremenda conexión entre la filosofía de LABinE y DFC. Por esta razón, apoyamos sus proyectos y tenemos la certeza de que la colaboración mutua nos seguirá deparando nuevas oportunidades en forma de “sueños cumplidos”. Haber visto en su web: “Aprender es cumplir tus sueños”, para un “Despertador de Sueños” como yo, es sinónimo claro de sintonía personal y organizacional.
Un abrazo y que tengáis un gran día… y una gran aventura de aprendizaje.
Miguel
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