Sergio Mata apoya Estancias Formativas. Diseñar un mundo mejor desde el aula.
Sergio Mata ha sido profesor de Literatura en Málaga desde donde comenzó a escribir y leer sobre innovación educativa. Hoy un gran amigo y compañero de la innovación. Su acercamiento al Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) es respuesta a una forma intensa de vivir la necesidad de cambio en educación. Celebramos siempre sus reflexiones y agradecemos mucho que nos acompañe y apoye en esta iniciativa. Gracias Sergio.
La importancia del trabajo por proyectos.
“Para llegar al punto que no conoces, debes tomar el camino que no conoces”.
San Juan de la Cruz.
Traslademos el mundo que habitamos a la escuela, tratemos de impregnar los procesos de enseñanza y aprendizaje de los matices que conforman nuestras rutinas cotidianas y mundanas. Es uno de los retos fundamentales a los que se enfrenta la comunidad educativa en este tiempo complejo e incierto, donde las familias, los docentes, instituciones de diversa índole estamos llamados a colaborar para emprender a trazar líneas de acción relevantes que tengan un significativo impacto en el aprendizaje de los niños y jóvenes de hoy, con el fin de ayudarles a abordar sus necesidades e intereses con adecuadas respuestas a las circunstancias que acaecen. Podría parecer como si los estudiantes se adentraran en otro mundo paralelo, a veces ambiguo y desconectado de su realidad, cuyo entorno físico no facilita del todo el aprendizaje.
Pertenecemos a un paisaje social que nos demanda una nueva forma de enseñar para que los estudiantes aprendan a saber ser, estar y hacer. Por ello, hemos de posibilitar contextos en los que estos aprendan a adquirir habilidades cognitivas y no cognitivas enmarcadas e integradas en itinerarios actualizados, cercanos a su realidad, en el que los saberes se aborden de una forma interrelacionada y abierta para dar respuesta a las necesidades de este mundo cambiante. El espacio de enseñanza de saberes compartimentados y estancos no facilita a los estudiantes transitar por contextos de aprendizaje significativo que requieren de procesos determinados en los que ir descifrando las claves de un tiempo concreto e incierto, por lo que defendemos que se hace necesario una evolución de estos espacios de enseñanza para que se transformen en espacios de aprendizaje colaborativos, reflexivos y abiertos que potencian el cuestionamiento del entorno del estudiante. Por eso, la comunidad educativa ha de replantearse de manera decidida el modelo de escuela y, por consiguiente, el modelo de aprendizaje para la sociedad presente y futura. Un modelo que debe ir enfocado no solo a qué se aprende, sino a diseñar propuestas en las que se concrete la capacidad de reflexionar sobre por qué y para qué aprendemos. “¿Queremos una sociedad en la que tratamos a los niños como recipientes en los que vertemos agua y sale algo o queremos un sistema educativo que fomente la creatividad, la participación, la cooperación y anime a cumplir metas y posibilidades que se abren ante los estudiantes para perseguir los intereses?” (Chomsky, 2020)
En definitiva, este escenario constituye un nuevo paradigma en este desafío en el que hemos de transformar estos espacios de enseñanza en espacios de aprendizaje fundantes, al interrelacionar las competencias y el conocimiento que permiten al estudiante darse de bruces con el deseo y la curiosidad por aprender, disponerse a la interacción comunicativa efectiva, tener capacidad de ir forjándose de una actitud crítica constructiva, saber curar la información en un entorno donde predomina la abundancia informacional, la toma de decisiones, la autoconfianza… A aprender a aprender. Apostar por este demandado cambio de paradigma creíble y necesario implica el apoyo y el acompañamiento de la comunidad educativa entendida como una organización que aprende, adaptada al signo de este tiempo.
El proceso de enseñanza no asegura el aprendizaje, si este no se concreta en el diseño de determinadas estrategias que fomenten el estímulo de actitudes y habilidades para desarrollarlas en contextos de aprendizaje significativo reales, y la capacidad del alumnado de demostrar qué sabe hacer con lo que sabe y en qué otros contextos podría aplicar lo aprendido, es decir, entiéndase el aprendizaje como la capacidad de transferencia a consecuencia de haber recorrido un proceso donde predominan las relaciones interpersonales, la creatividad como un medio para resolver retos o dificultades, lo individual y diverso, el desarrollo de las competencias comunicativas básicas, que posibilita la manipulación de la información para convertirla en conocimiento. En definitiva, diseñar el mundo que habitamos desde la escuela.
Diseñar nuestras rutinas y maneras de vivir desde la escuela, sin alejarse del rigor curricular y metodológico que se establecen en la normativa educativa vigente. Así pues, es fundamental trabajar bien con el alumnado la presentación de las distintas propuestas de aprendizaje, la importancia que supone el aprendizaje basado en proyectos, como otras metodologías centradas en este en itinerarios diversos enriquecidos con narrativas atractivas conectadas con el mundo real. Por tanto, el documento marco de nuestras propuestas constituye la concreción de los distintos aspectos normativos (objetivos de aprendizaje, contenidos, criterios de evaluación, competencias clave y estándares de aprendizaje), qué vamos a aprender (tareas y distintos tipos de actividades), cómo lo vamos a emprender (estrategias metodológicas), qué indicadores y cómo los evaluaremos, la temporalización, el uso de diferentes recursos de aprendizaje y la contribución del desarrollo competencial.
«Todo proceso de enseñanza-aprendizaje debe partir de una planificación rigurosa de lo que se pretende conseguir, teniendo claro cuáles son los objetivos o metas, qué recursos son necesarios, qué métodos didácticos son los más adecuados y cómo se evalúa el aprendizaje y se retroalimenta el proceso» en Anexo II “Orientaciones para facilitar el desarrollo de estrategias metodológicas que permitan trabajar las competencias en el aula” BOE (2015) pág. 16 en Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se describen las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la educación secundaria obligatoria y el bachillerato.
Diseñar nuestra vida desde la escuela.
El empleo de determinadas metodologías inductivas cobran sentido cuando se ponen al servicio del aprendizaje significativo para estimular habilidades y actitudes en procesos donde el estudiante asume un rol activo con sentido. Podemos justificar que su uso contextualizado y sistemático en el aula contribuyen a mejorar ciertas necesidades evidentes en el desarrollo de las competencias comunicativas básicas, que podrían estar motivadas por la ausencia del empleo de un enfoque plenamente comunicativo o por la falta de trabajo continuado; la ausencia de habilidades y comportamientos ante desafíos o retos propuestos, debido a la capacidad de trabajo manifiesta en algunos casos; la escasez de autonomía personal, la carencia de hábitos de trabajo y evidencias de un espíritu emprendedor; la actitud impasible, cuando son sujetos pacientes, en procesos unidireccionales que lleva a que se conviertan en consumidores de información que no tienen un impacto en el aprendizaje... Asimismo, a pesar de que muchos tienen la oportunidad de acceder a la tecnología, se aprecia una falta de formación en cuanto a la relación entre esta y el conocimiento. Apreciamos en este mismo sentido una necesidad notable en cuanto a lo que se refiere a la búsqueda, selección, edición y creación de información. En definitiva, se evidencia un cierto desconocimiento en el empleo de herramientas educativas digitales, por lo que se hace necesario la integración de estas como un elemento cohesionador, cuyo objetivo es el enriquecimiento de las propuestas de aprendizaje para desarrollar productos, de manera que el uso de tales herramientas suponen una transformación en el proceso de aprendizaje del alumnado.
A consecuencia de lo anterior consideramos que la importancia del trabajo por proyectos, el enfoque por competencias… son buenos aliados para diseñar un mundo mejor desde el aula, debido a que posibilita poner en marcha dinámicas que promueven las cuatro ces del siglo XXI: la comunicación, el fomento del espíritu crítico, la creatividad, la colaboración entre iguales y el desarrollo de habilidades de tipo socioemocional, cognitivo, metacognitivo, personal... y el desarrollo competencial.
Así pues, somos partidarios de abordar los procesos de enseñanza y aprendizaje desde el trabajo por proyectos para desarrollar los contenidos y las competencias a través del trabajo individual, patrones cooperativos concretos y la inclusión de rutinas o destrezas de pensamiento contextualizadas que les permita realizar una gestión del pensamiento eficaz con el fin de “ayudar...a organizar su pensamiento favoreciendo la reflexión, la crítica, la elaboración de hipótesis y la tarea investigadora” en Orden 14 de julio por la que se desarrolla el currículo correspondiente al Bachillerato y Secundaria.
De ahí que optemos por fundamentar y hacer visibles el sentido de los proyectos, secuencias didácticas, … a partir de los que se pretenden ganar la atención en los estudiantes de una forma atractiva e impactante, teniendo en cuenta la información previa sobre los objetivos de aprendizaje y haciéndolos partícipes de lo que van a aprender, cómo lo van a aprender, para qué y por qué. Al mismo tiempo, el diseño de la propuesta debe contemplar la creación de conocimiento, partiendo de lo que ya conocen. En la mayoría de casos optamos por la presentación secuencial del recurso, intentando evitar el exceso de información. De esa forma, les ayudamos con este diseño a organizar su pensamiento en beneficio del desarrollo de determinadas funciones ejecutivas. Por consiguiente, el docente adopta el rol de orientador que acompaña procesos en los que no solo se presentan contenidos, sino que los apoyamos y guiamos. El diseño y desarrollo del aprendizaje basado en proyectos consolida el rendimiento individual del alumno, enfocado en la realización de variadas actividades de aprendizaje asociadas con determinadas tareas que ayudarán a este a consolidar su aprendizaje por medio de la creación de productos intermedios o finales. Por último, es necesaria la retroalimentación entre alumnado y docente. Necesitamos conocer si lo que han aprendido es correcto o no y por qué. En este caso, la propia evaluación de los aprendizajes adquiridos, la metodología didáctica y las herramientas educativas empleadas nos permiten atender el proceso de aprendizaje del alumnado para atender a sus necesidades o intereses.
Al mismo tiempo, la presencia de la actividad metacognitiva de forma sistemática constituye un importante recurso para crear y compartir narraciones que aportan sentido al aprendizaje. En definitiva, el estudiante se convierte en un narrador de experiencias que le posibilita ahondar en el deseo que le ha provocado recorrer su itinerario.
Proponemos que el diseño de las distintas actividades que componen los proyectos deben mantener una alineación consecuente con los criterios de evaluación y los niveles de pensamiento de la taxonomía de Bloom, partiendo de las habilidades de pensamiento menos desafiantes (recordar y comprender) a dominios cognitivos de orden superior (aplicar, analizar, evaluar, crear), de las LOTS (Low Order Thinking Skills) a las HOTS (High Order Thinking Skills). Con ello perseguimos que sean protagonistas competentes hacia aprendizajes memorables que aseguren el éxito de su proceso educativo. A continuación, se proponen en sendas infografías las características didácticas que deben tener las propuestas de aprendizaje centradas en el estudiante.
El diseño de la evaluación debe tener como objetivo conseguir que “aprendan a la vez que evalúan y viceversa” (Magro, 2016) Para el docente los objetivos son:
Cumplir los objetivos curriculares, lo que tiene que ver con la parte normativa de la educación.
Desarrollar las competencias y destrezas, que nos hayamos planteado, a las que nos obliga la normativa.
Integrar los contenidos en el conocimiento previo y propiciar su desarrollo futuro.
Desarrollar una evaluación justa y completa, que requiera unos recursos asumibles.
Por último, este modelo de enseñanza y aprendizaje supone diseñar la evaluación desde otra dimensión. Se sugiere que se empleen diferentes instrumentos de evaluación: rúbricas de evaluación, observación del profesor, dianas de evaluación, diarios de evidencia de aprendizaje, evaluación anónima sobre la experiencia de aprendizaje, listas de control, plantillas de trabajo, cuestionarios que favorezcan una retroalimentación formativa, ... El uso de las rúbricas de evaluación no solo sirve para que el alumnado conozca cómo va a ser evaluado, sino que su proceso está enfocado a aprender. Optamos por una evaluación como una evidencia del aprendizaje, ya que si nos detenemos exclusivamente en la evaluación del aprendizaje, pondremos el foco solo en el rendimiento, en detrimento de una evaluación para aprender (evaluación formativa) y la evaluación como evidencia del aprendizaje (la suma de las dos anteriores: evaluación del aprendizaje y para el aprendizaje), donde se hacen presentes la actividad metacognitiva, impacto y transferencia del aprendizaje (Tourón, 2014), es decir, qué sabe hacer el estudiante con lo que sabe y qué otras cosas sabría hacer. Es el proceso de reflexión y progreso del itinerario formativo del alumnado.
Conclusiones.
Los docentes hemos de aprender a mirar donde ya miramos para tratar de ver lo que aún no vimos. Es fundamental que nuestro desempeño sea un reflejo de la cooperación que nos permita “procesar la información, corregir errores y resolver los problemas de un modo creativo o transformador, y no meramente de modo acumulativo o reproductivo” (Bolívar, 2000). Por tanto, se propone a modo de decálogo las siguientes indicaciones que deberían contemplar los recursos educativos a partir de lo que se viene fundamentando a lo largo de esta reflexión:
1. Alineación entre los objetivos de aprendizaje y los criterios de evaluación del currículo.
2. Recursos educativos contextualizados, promotores de aprendizaje significativo y desarrollo competencial del estudiante.
3. Itinerarios de enseñanza y aprendizaje de calidad en cuanto a la actualización y validez de su contenido.
4. Propuestas centradas en el estudiante, sensibles en cuanto a la transformación de su proceso: saber ser, saber estar y saber hacer.
5. Fomento de la participación activa, la creatividad, el pensamiento reflexivo, la interacción comunicativa, la colaboración, generar mentalidad de crecimiento…
6. Presentación de los recursos en distintos formatos por medio secuencias didácticas.
7. Integración de rutinas/destrezas de pensamiento, patrones cooperativos, así como la presencia de la actividad metacognitiva.
8.Evaluación diagnóstica, formativa, sumativa. Aprender evaluando y evaluar aprendiendo.
9. El estudiante demuestra qué sabe hacer con lo que sabe.
10. Impacto del proceso de enseñanza y aprendizaje en la comunidad.
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